viernes, 6 de septiembre de 2013

Notas de literatura asiática

  Autor: Mo Yan               Autora: Anuradha Roy
  Título: Rana        Título: Atlas de una añoranza imposible
  Editorial: Kailas             Editorial: Letras de Bolsillo
  Año: 2013                      Año: 2013

  He leído en los últimos meses dos novelas de autores asiáticos que nos proponen sendas historias de gran fuerza dramática a las que dan vida personajes  inquietantes sometidos a problemas y dilemas de carácter tanto ético como existencial.  Se trata de Rana, del nobel chino Mo Yan, y Atlas de una añoranza imposible, de la narradora india Anuradha Roy. 
   Si las queremos relacionar no encontraremos muchos puntos en contacto, salvo el leve color local que poseen (sobre todo la de Mo Yan) y la propuesta, como  decíamos arriba, de un debate ético, por lo demás diferente en cada una.  Diremos que Rana se vuelca algo más al exterior, a la descripción de la realidad china de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI -pero no por ello es menos importante en ella la tensión individual que sufren algunos personajes-.  Por su parte, la obra de Roy es más intimista, poética y existencial -pero no dejan de aparecer elementos de una sociedad dividida en castas, religiones y lenguas-.
   Rana nos cuenta la historia de una ginecóloga y matrona china, cuya función de ayudar a traer niños al mundo se ve repentinamente cambiada y vuelta del revés, hasta llegar a ser la campeona de la imposición de las esterilizaciones e incluso del aborto, todo ello debido a la política estatal del hijo único.  La historia está contada por su sobrino, lo cual provoca que nunca podamos meternos en el interior de la mujer, con  sus sentimientos y su dilema entre sus convicciones personales y la política del Partido.  La elección de un narrador distinto al personaje que podríamos considerar protagonista dota a la obra de un cierto objetivismo distanciado, buscado obviamente por el autor, y le da unos tintes próximos al documental.  Con todo, hay momentos de enorme intensidad, sobre todo cuando la protagonista persigue a la primera mujer del narrador porque está embarazada y debe someterse a un aborto, que termina también con la muerte de la propia mujer.  La obra nos deja finalmente una visión documental y levemente distanciada, pero que no rehúye el dramatismo y la tragedia, de la sociedad china de la Revolución Cultural y de la política de planificación familiar.  Vemos la rigidez y la jerarquía social, el poder tremendo de los funcionarios y su control sobre la población y asistimos también, aunque de manera algo velada, a las contradicciones de los personajes, a su continuo estar en el fiel de la balanza entre sus sentimientos personales y las directrices políticas que el estado les obliga a aplicar contra su voluntad.
   Atlas de una añoranza imposible nos muestra también una sociedad jerarquizada, que incluye la historia algo tópica del chico de casta inferior que se ve encumbrado por encima de la clase acomodada de la familia que lo había acogido de pequeño.  Traza un panorama de diferentes castas, religiones y nacionalidades, pues aborda un período histórico con presencia todavía de británicos en la India.  El dilema aquí está en elegir entre el dinero y el cariño a la familia adoptiva, cuando el protagonista, empleado próspero de una inmobiliaria, debe desalojar a su antiguo protector y a su hija de la casa familiar.  Pero esta novela tiene otros elementos, tanto o más poderosos que esos y que al lector de novelas quizá le gusten más: se trata sobre todo de la peripecia de Mukunda, de clara raigambre existencial, su progresivo enriquecimiento que no evita esa náusea vital producida por lo que le falta: el afecto, el verdadero amor que siente por Bakul -la hija de quien lo había acogido- y que siendo mutuo no acaba de sustanciarse del todo hasta el final.  Todo esto que estoy exponiendo, y que a mi juicio es lo más interesante, también estéticamente, del libro, se concentra en la tercera parte, narrada en primera persona por Mukunda.  Las dos primeras partes son solo una preparación.
   En resumen, dos propuestas interesantes, de buena literatura: una, del nobel chino, más documental; otra, de la india Anuradha Roy, más personal, íntima e incluso romántica.



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