Autor:
Heinrich Böll
Título: Opiniones de un payaso
Editorial: El
País (col. “Clásicos del siglo XX”)
Año: 2002
Hans
Schinier, payaso de profesión y procedente de una familia adinerada, pierde su
trabajo a causa de un accidente y vuelve a su casa de Bonn sin un céntimo. La novela cuenta, pues, la situación angustiosa
–económica, familiar, afectiva y amorosa- en que se encuentra el protagonista
al llegar a su casa y termina cuando, unas horas después, decide ir a cantar al
metro con su guitarra. Durante estas
horas, que no llegan a completar un día, Hans va contando episodios
fundamentales de su vida, pero, sobre todo, lo que hace es reflexionar sobre
ellos, comentarlos y criticarlos.
Si ordenamos estos momentos de su
existencia, nos aparecen sucesos de su niñez –guerra, escuela-, juventud –enamoramiento
de Marie- y madurez –su trabajo como payaso hasta que acaba perdiéndolo-. Pero no
estamos ante una novela narrativa, de hechos, de acción, sino ante una novela
intelectual donde los sucesos no son más que ejemplos o elementos
argumentativos.
Podríamos definir el sentido o significado
de esta obra como una crítica radical contra la religión, pero que afecta a
todas las demás esferas de la vida. Y
así, cabe destacar los siguientes aspectos:
FAMILIA: se
propone una concepción basada en el amor monógamo y en la fidelidad, valores
típicamente cristianos, pero que el cristianismo ha pervertido. Por esa razón Hans puede decir que su mujer
comete adulterio. En este sentido, pocas
cosas habrá tan puras como el amor del protagonista y sus evocaciones y deseos
de la persona amada, que lo ha traicionado por motivos meramente religiosos e
intelectuales.
Hay también una crítica de las relaciones
paterno-filiales, una visión implacable sobre la familia tradicional,
construida a base de hipocresía y de avaricia –aun dentro de la riqueza-.
SOCIEDAD-IDEOLOGÍA:
la impugnación se basa en la vacuidad y falsedad de los conceptos ideológicos,
en la nada de las construcciones mentales elaboradas para presumir o, lo que es
peor, dominar y manipular a los ingenuos.
El hermano de Hans es un buen ejemplo, pero sobre todo su mujer, otra
vez, se nos aparece como un espíritu puro que sucumbe a los atractivos
intelectuales de unos seres que lo único que pretenden es hacer
proselitismo. Aunque todo está teñido
por lo religioso, no conviene olvidar la consideración negativa de quienes
cambiaron de bando ideológico y se hicieron demócratas después de haber sido
nazis.
RELIGIÓN: el
libro expresa la incapacidad de comprensión de los fundamentos del catolicismo –cristianismo
en general-, que resultan una pura entelequia sin sentido y, cuando lo tiene,
es un sentido absurdo y que lleva al hombre a la infelicidad.
ARTE: aparece
bastante en la novela, aunque en segundo término. Se critica la rutina del acto artístico, el
rechazo que se produce cuando se quiere hacer algo nuevo. También hay un recuerdo para el excesivo
poder de los críticos, que pueden tumbar al artista y destruir su
reputación. De todos modos –y pese a lo
que le ocurre al principio de la novela- hans es respetado como payaso y en
varias ocasiones sabemos que su arte es muy bueno. Lo que le ocurre, el hecho de que todos lo
abandonen, tiene más que ver con motivos ideológico-religiosos que artísticos.
En definitiva, a través de Hans, Böll hace
una vivisección radical de la sociedad alemana.
Utiliza la perspectiva de alguien que, por ser sencillo y natural,
resulta incómodo a los ojos del poder.
Al mismo tiempo, la injusticia total de la vida del personaje lo exime
de culpa cuando lo vemos actuar de una manera excesivamente negativa.
A mi juicio, se trata de una novela
espléndida: valiente, sin concesiones, sin inclinarse ni acatar nada, libre e
independiente, comprometida con los valores de la autenticidad. Formalmente, puede entenderse como un
monólogo (puesto que, en rigor, no se narran hechos, sino que se exponen y
argumentan ideas) en el que se usa el tiempo reducido –unas pocas horas-, lo
que nos dice que es una obra muy siglo XX, pero donde, a partir de él, se
evocan hechos y situaciones del pasado.
El tono es vehemente, apasionado, incómodo a veces, sin descanso para el
lector, que tiene que asimilar, al mismo tiempo, ideas y emociones.