Autor: Jorge
Luis Borges
Título: Historia universal de la infamia
Editorial: El
País (col. “Clásicos del siglo XX”)
Año: 2002
Libro de relatos
primerizos de Borges, que son, en su mayoría, textos breves o muy breves, algunos
de ellos basados en obras de otros autores –recurso literario y libresco muy
característico del argentino-.
En general, estamos ante narraciones que no
tienen mucho que ver con las obsesiones más conocidas del autor y que, más
bien, pertenecen al subgénero de los libros de aventuras con una ambientación
casi siempre exótica.
Hay, no obstante, rasgos estilísticos
propios y particulares del autor: la impersonalidad, la sequedad formal –con algo
de subjetivismo en los primeros textos- y ese pseudo-cientifismo tan
presente en toda su obra. Esta última característica da apariencia de
verosimilitud “cervantina” a las tramas, pero las convierte al mismo tiempo en
algo frío, falsamente erudito y bastante pedante, justo lo contrario de lo que
ocurre con Cervantes.
Dentro de estos cuentos breves hay también
un relato largo –El hombre de la esquina
rosada-, que es uno de los más conocidos del autor y donde se aúnan el
realismo en el lenguaje y la ambientación y el misterio y el final
sorprendente. Es de lo mejor del libro.
Podrían ser útiles desde el punto de vista
didáctico algunos de estos textos: Por
ejemplo: El impostor inverosímil Tom
Castro; La viuda Ching, pirata; La cámara de las estatuas; Historia de dos que
soñaron, y El brujo postergado. Los tres últimos proceden de fuentes tan
conocidas como Las mil y una noches y
El conde Lucanor.
Borges es un autor que sigue sin gustarme –sin
emocionarme-. Incluso cuando maneja unos materiales más “concretos” acaba
convirtiéndolo todo en una selva de abstracciones y simbolismos. Me resulta igualmente desagradable la técnica
cientifista, esa pátina culturalista que enfría las historias y neutraliza su
emoción. Solo cuando la sorpresa surge
al final de la trama consigo que se me remueva dentro algo parecido al “placer
estético”. Lo demás –los silogismos, la
lógica, la alegoría- nunca me ha interesado.
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