Autor: Paul
Auster
Título: La trilogía de Nueva York
Editorial:
Salvat-Anagrama
Año: 2001
No había
leído nada de este autor y comenzó a interesarme cuando le eché un vistazo a la
Antología del cuento norteamericano, compilada
por él y cuyo prólogo me acercó al autor, así como varias entrevistas
periodísticas.
La
trilogía está formada por tres textos (podemos denominarlos novelas cortas)
que, bajo la apariencia de relatos policíacos, acaban siendo al final
investigaciones en torno a asuntos de la personalidad.
Estas narraciones tienen muchas dimensiones
interesantes, entre ellas tres:
En primer lugar, el espacio: la ciudad de
Nueva York, las calles, los parques, las gentes, etc. El uso del espacio es aparentemente realista,
aunque en muchas ocasiones adquiere una connotación simbólica (la vida o la
personalidad) o “absurdo-surrealista”, cercana a la pesadilla.
En segundo lugar, la trama policíaca: la
búsqueda o persecución de alguien, el descubrimiento de un misterio, lo
detectivesco, la lucha, la resolución.
En último lugar, lo más importante: las
otras dos dimensiones son una pantalla, una apariencia o incluso una puerta de
entrada a un mundo oscuro: el mundo del doble o del espejo. En los relatos de Auster el protagonista debe
buscar a alguien que siempre acaba siendo él mismo y las investigaciones que
emprende siempre son un intento de desvelarse a sí mismo, encontrando casi
siempre algo insólito e inquietante sobre nosotros mismos.
En última instancia, creo que el libro
intenta hablar sobre el escritor y sus fantasmas y sobre lo relativo de la
verdad o la mentira. Una muestra clara
de ello es que los protagonistas de estas historias son una extraña mezcla de
detectives y escritores, lo que permite entender lo primero como una metáfora
de lo segundo.
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