miércoles, 26 de agosto de 2015

Tragedia del que hace reír


Autor: Heinrich Böll

Título: Opiniones de un payaso

Editorial: El País (col. “Clásicos del siglo XX”)

Año: 2002

 
Hans Schinier, payaso de profesión y procedente de una familia adinerada, pierde su trabajo a causa de un accidente y vuelve a su casa de Bonn sin un céntimo.  La novela cuenta, pues, la situación angustiosa –económica, familiar, afectiva y amorosa- en que se encuentra el protagonista al llegar a su casa y termina cuando, unas horas después, decide ir a cantar al metro con su guitarra.  Durante estas horas, que no llegan a completar un día, Hans va contando episodios fundamentales de su vida, pero, sobre todo, lo que hace es reflexionar sobre ellos, comentarlos y criticarlos.
   Si ordenamos estos momentos de su existencia, nos aparecen sucesos de su niñez –guerra, escuela-, juventud –enamoramiento de Marie- y madurez –su trabajo como payaso hasta que acaba perdiéndolo-. Pero no estamos ante una novela narrativa, de hechos, de acción, sino ante una novela intelectual donde los sucesos no son más que ejemplos o elementos argumentativos.
   Podríamos definir el sentido o significado de esta obra como una crítica radical contra la religión, pero que afecta a todas las demás esferas de la vida.  Y así, cabe destacar los siguientes aspectos:
FAMILIA: se propone una concepción basada en el amor monógamo y en la fidelidad, valores típicamente cristianos, pero que el cristianismo ha pervertido.  Por esa razón Hans puede decir que su mujer comete adulterio.  En este sentido, pocas cosas habrá tan puras como el amor del protagonista y sus evocaciones y deseos de la persona amada, que lo ha traicionado por motivos meramente religiosos e intelectuales.
   Hay también una crítica de las relaciones paterno-filiales, una visión implacable sobre la familia tradicional, construida a base de hipocresía y de avaricia –aun dentro de la riqueza-.
SOCIEDAD-IDEOLOGÍA: la impugnación se basa en la vacuidad y falsedad de los conceptos ideológicos, en la nada de las construcciones mentales elaboradas para presumir o, lo que es peor, dominar y manipular a los ingenuos.  El hermano de Hans es un buen ejemplo, pero sobre todo su mujer, otra vez, se nos aparece como un espíritu puro que sucumbe a los atractivos intelectuales de unos seres que lo único que pretenden es hacer proselitismo.  Aunque todo está teñido por lo religioso, no conviene olvidar la consideración negativa de quienes cambiaron de bando ideológico y se hicieron demócratas después de haber sido nazis.
RELIGIÓN: el libro expresa la incapacidad de comprensión de los fundamentos del catolicismo –cristianismo en general-, que resultan una pura entelequia sin sentido y, cuando lo tiene, es un sentido absurdo y que lleva al hombre a la infelicidad.
ARTE: aparece bastante en la novela, aunque en segundo término.  Se critica la rutina del acto artístico, el rechazo que se produce cuando se quiere hacer algo nuevo.  También hay un recuerdo para el excesivo poder de los críticos, que pueden tumbar al artista y destruir su reputación.  De todos modos –y pese a lo que le ocurre al principio de la novela- hans es respetado como payaso y en varias ocasiones sabemos que su arte es muy bueno.  Lo que le ocurre, el hecho de que todos lo abandonen, tiene más que ver con motivos ideológico-religiosos que artísticos.
   En definitiva, a través de Hans, Böll hace una vivisección radical de la sociedad alemana.  Utiliza la perspectiva de alguien que, por ser sencillo y natural, resulta incómodo a los ojos del poder.  Al mismo tiempo, la injusticia total de la vida del personaje lo exime de culpa cuando lo vemos actuar de una manera excesivamente negativa.
   A mi juicio, se trata de una novela espléndida: valiente, sin concesiones, sin inclinarse ni acatar nada, libre e independiente, comprometida con los valores de la autenticidad.  Formalmente, puede entenderse como un monólogo (puesto que, en rigor, no se narran hechos, sino que se exponen y argumentan ideas) en el que se usa el tiempo reducido –unas pocas horas-, lo que nos dice que es una obra muy siglo XX, pero donde, a partir de él, se evocan hechos y situaciones del pasado.  El tono es vehemente, apasionado, incómodo a veces, sin descanso para el lector, que tiene que asimilar, al mismo tiempo, ideas y emociones.
 
 
 
 
 
 
 

martes, 25 de agosto de 2015

De infamias y literatura alegórica


Autor: Jorge Luis Borges

Título: Historia universal de la infamia

Editorial: El País (col. “Clásicos del siglo XX”)

Año: 2002

 
 
Libro de relatos primerizos de Borges, que son, en su mayoría, textos breves o muy breves, algunos de ellos basados en obras de otros autores –recurso literario y libresco muy característico del argentino-.
   En general, estamos ante narraciones que no tienen mucho que ver con las obsesiones más conocidas del autor y que, más bien, pertenecen al subgénero de los libros de aventuras con una ambientación casi siempre exótica.
   Hay, no obstante, rasgos estilísticos propios y particulares del autor: la impersonalidad, la sequedad formal –con algo de subjetivismo en los primeros textos- y ese pseudo-cientifismo tan presente  en toda su obra.  Esta última característica da apariencia de verosimilitud “cervantina” a las tramas, pero las convierte al mismo tiempo en algo frío, falsamente erudito y bastante pedante, justo lo contrario de lo que ocurre con Cervantes.
   Dentro de estos cuentos breves hay también un relato largo –El hombre de la esquina rosada-, que es uno de los más conocidos del autor y donde se aúnan el realismo en el lenguaje y la ambientación y el misterio y el final sorprendente.  Es de lo mejor del libro.
   Podrían ser útiles desde el punto de vista didáctico algunos de estos textos:  Por ejemplo: El impostor inverosímil Tom Castro; La viuda Ching, pirata; La cámara de las estatuas; Historia de dos que soñaron, y El brujo postergado.  Los tres últimos proceden de fuentes tan conocidas como Las mil y una noches y El conde Lucanor.
   Borges es un autor que sigue sin gustarme –sin emocionarme-. Incluso cuando maneja unos materiales más “concretos” acaba convirtiéndolo todo en una selva de abstracciones y simbolismos.  Me resulta igualmente desagradable la técnica cientifista, esa pátina culturalista que enfría las historias y neutraliza su emoción.  Solo cuando la sorpresa surge al final de la trama consigo que se me remueva dentro algo parecido al “placer estético”.  Lo demás –los silogismos, la lógica, la alegoría- nunca me ha interesado.
 

En Nueva York con Paul Auster


Autor: Paul Auster

Título: La trilogía de Nueva York

Editorial: Salvat-Anagrama

Año: 2001
 
No había leído nada de este autor y comenzó a interesarme cuando le eché un vistazo a la Antología del cuento norteamericano, compilada por él y cuyo prólogo me acercó al autor, así como varias entrevistas periodísticas.
   La trilogía está formada por tres textos (podemos denominarlos novelas cortas) que, bajo la apariencia de relatos policíacos, acaban siendo al final investigaciones en torno a asuntos de la personalidad.
   Estas narraciones tienen muchas dimensiones interesantes, entre ellas tres:
   En primer lugar, el espacio: la ciudad de Nueva York, las calles, los parques, las gentes, etc.  El uso del espacio es aparentemente realista, aunque en muchas ocasiones adquiere una connotación simbólica (la vida o la personalidad) o “absurdo-surrealista”, cercana a la pesadilla.
   En segundo lugar, la trama policíaca: la búsqueda o persecución de alguien, el descubrimiento de un misterio, lo detectivesco, la lucha, la resolución.
   En último lugar, lo más importante: las otras dos dimensiones son una pantalla, una apariencia o incluso una puerta de entrada a un mundo oscuro: el mundo del doble o del espejo.  En los relatos de Auster el protagonista debe buscar a alguien que siempre acaba siendo él mismo y las investigaciones que emprende siempre son un intento de desvelarse a sí mismo, encontrando casi siempre algo insólito e inquietante sobre nosotros mismos.
   En última instancia, creo que el libro intenta hablar sobre el escritor y sus fantasmas y sobre lo relativo de la verdad o la mentira.  Una muestra clara de ello es que los protagonistas de estas historias son una extraña mezcla de detectives y escritores, lo que permite entender lo primero como una metáfora de lo segundo.
 

martes, 4 de agosto de 2015

Un barco fantasma surcando un mar de tonos imposibles y bajo un cielo espectral


Autor: Edgar Allan Poe

Título: Narración de Arthur Gordon Pym

Editorial: Libros del Zorro Rojo

Año: 2009
 
 
   La única novela de Poe se enmarca en la tradición de los libros juveniles de aventuras marítimas, piratas, islas desiertas, etc.  Se diferencia de las obras de Stevenson o Salgari en que tiene, como todo en este autor, una dimensión sobrenatural, misteriosa, incluso terrorífica.
   La primera parte del libro pertenece más a la tradición antes apuntada.  Mantiene muy bien la tensión y la intriga, con elementos extraños que después se explican convenientemente.  La segunda parte roza muchas veces la inverosimilitud.  La clave de relato de aventuras es que el lector se mete en ellas porque se las cree; aquí, en cambio, la trama argumental va derivando en algo que primero resulta extraño y luego inverosímil.  Además, el libro corre el serio riesgo de decepcionar al lector más convencional porque se acaba de forma abrupta y deja el final abierto. En los libros pertenecientes a este subgénero leemos siempre en función del final.  Si este se nos hurta, puede producirse cierta perplejidad.
   En definitiva, se trata de un libro de aventuras, con toques de terror, misterio e inverosimilitud y con una estructura narrativa novedosa para el género al que pertenece.  Hay que resaltar, finalmente, dos detalles magníficos: a) el barco fantasma lleno de cadáveres que, además de su dimensión tétrica y terrorífica, se puede interpretar simbólicamente en el sentido de que no hay salvación posible para el hombre, pues lo único que en este caso podría salvar a los náufragos es la propia muerte (en este sentido, el episodio de antropofagia va en la misma dirección: es necesario morir para salvarse o la vida salvada por la muerte), y b) la descripción, en las páginas finales, de cómo el cielo y el mar van cambiando y adquieren unos tonos imposibles, que están al margen o más allá de la percepción humana y simbólicamente representan el paso a otra dimensión espacio-temporal.