martes, 21 de julio de 2015

La utopía americana



Autor: Susan Sontag

Título: En América

Editorial: Debolsillo

Año: 2010

   Susan Sontag fue, junto con Noam Chomsky, Paul Auster y otros, una destacada opositora a lo que en su día representó la política de Bush y, en general, a la manera americana más habitual de concebir la vida (conservadurismo, infantilismo, corrección política, integrismo religioso, rígida moral protestante).  Se podría decir que forma parte del grupo de intelectuales de izquierda, una auténtica rareza en USA, y que, por tanto, sus formulaciones en torno a la función  de EE.UU en el mundo y a las políticas llevadas a cabo por ese país –guerras, imperialismo, búsqueda del beneficio económico, doble moral e hipocresía, etc.- son incómodas, incorrectas y van contracorriente.

   Por esta razón –y por otra, que ahora detallaré- me acerqué a su última novela, En América, que, lo digo por anticipado, me pareció intelectualmente sugestiva, pero no me convenció del todo.

   La otra razón a que antes aludía se refiere a una constatación que vengo haciendo hace años: ese país cuya política no me ha gustado es, sin embargo, un enorme y atrayente país, lleno de variedad, contrastes y una literatura y un arte extraordinarios.  Merece la pena acercarse a él, siquiera sea a través de sus escritores, y descubrir hasta qué punto muchas de las ideas y prejuicios que se tienen sobre él son superficiales y hasta equivocados.

   Por supuesto, conozco algo de los clásicos norteamericanos del XIX y la llamada Generación Perdida del XX.  He ampliado más recientemente esta visión con la lectura de J.K. Toole –divertidísima su Conjura de los necios-, de los “beat” (On the road, de Jack Kerouac), de Nabokov (Lolita), de Paul Auster (Trilogía de Nueva York), del inclasificable Salinger y su Guardián entre el centeno –lectura casi adolescente-, de Richard Ford (El periodista deportivo) y de la citada Susan Sontag.  Tengo que decir que ha sido, sobre todo, un descubrimiento geográfico: los autores citados me han paseado por todo el extenso país y, al margen de que me gustasen más o menos sus novelas, he adquirido un conocimiento aceptable de gentes, lugares, estados, culturas, etc.  En el caso de Auster, su obra ha cambiado un poco la idea que yo tenía de Nueva York, ciudad que ahora me parece, quizás, la capital cultural del mundo.

   El libro de Sontag se incluye por derecho propio entre aquellos que mejoran nuestro conocimiento de todas esas materias.  Cuenta, en esencia, la historia de una actriz polaca de mucho éxito en su país que, sin embargo, llevada por un ideal utópico de vida comunitaria –en la línea del socialismo no marxista del XIX-, decide emigrar a USA y fundar allí, junto con su familia y amigos, una especie de comuna.  Pero la idea que ella se había forjado de América y de las comunas choca con la realidad, lo que hace que fracase y, ante ello, opta por volver al teatro.

   Hay que aclarar que estamos ante una novela de ideas, que la construcción de los tres personajes principales es cuidada y compleja y que, en definitiva, resulta interesante para el lector predispuesto a ese tipo de debates (incluye también una historia amorosa bastante topica, que ayudará a popular la obra).

   Sin embargo, se trata de la típica narración que deja insatisfecho al lector, al menos por dos motivos:

-El primero –y más importante- es temático: el argumento resulta algo inverosímil porque no se explica suficientemente: ¿por qué la protagonista decide cambiar su vida?, ¿por qué los demás la siguen fielmente?, ¿cuáles son sus objetivos?, ¿por qué, cuando vuelve a tener éxito como actriz, se olvida por completo de sus ideales y no vuelve a mencionarlos?, etc.

-El segundo se refiere a algunos detalles formales:

a) La inclusión de la propia autora en el prólogo como una especie de fantasma que los demás no pueden ver, recurso que luego se deja de lado completamente.

b) La falta de organización narrativa: aunque hay un narrador omnisciente, este se mezcla con diarios y pensamientos de los personajes sin más explicación.  Es decir, hay una mezcla no convincente de narradores y puntos de vista (da la sensación de que ello no es un recurso literario, sino descuido de la autora).  También habría que decir que una novela que ha tenido un desarrollo amplio y que abunda en detalles no debería terminar de modo abrupto con un diálogo de la protagonista con otro actor.

   Como aspectos positivos, para finalizar, citaremos el amplio tratamiento del mundo del teatro –es una buena novela para adentrarse en ese ámbito artístico, incluso como documento-.  Y, también, como se ha dicho antes, la plasmación estética de la geografía de un país tan extenso, así como la comparación entre la mentalidad norteamericana y la europea.








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